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LAS MATEMÁTICAS, LA MÚSICA Y EL MÚSICO (YO)

 

Eduardo POLONIO

Las matemáticas, la música y el músico (yo)

Prólogo de Josep Manuel Berenguer

Foto de cubierta y texto de la contraportada de Javier A. Bedrina

València: EdictOràlia, 2023, 208 p.

ISBN: 978-84-126371-1-3

PVP: 22€





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Es para mí un doble privilegio que estés leyendo este texto. Primero, porque me une una larga amistad con Eduardo, del que aprendo en cada conversación y al que admiro desde siempre, y segundo, porque haya contado conmigo para leer su manuscrito y poder contarte lo que tienes entre las manos.

Este es el libro de un viaje al interior de la mente de un creador. Un viaje con anécdotas y, como no podía ser de otra manera, sentido del humor, que nos permite descubrir cómo tener curiosidad por las cosas de la vida, y que, unidas a inquietudes profundas, organiza las conexiones sinápticas del cerebro, creando una manera particular, única, de entender la naturaleza de la creatividad y cómo ponerla en práctica.

Un viaje que va desde los griegos, Pitágoras, Platón o Aristóteles, hasta los fractales de Mandelbrot, pasando por otras muchas mentes que entendían las matemáticas, la física, la música y la profunda esencia que las unen.

Un viaje de valores representativos que, de manera indirecta, nos permite adentrarnos en la personalidad de un genio y comprender y aprender cómo encontrar la inspiración en el conocimiento, porque es posible que aquello del “saber no ocupa lugar” sea cierto, pero te llena las estanterías de la mente con un sinfín de cosas que intentar y que hacer.
Creo que los dos coincidimos en que con una sola vida no nos va a dar tiempo a hacer todo lo que quisiéramos, así que habrá que ir pensando en las siguientes reencarnaciones.

Tal y como dijo el no solo gran matemático Gottfried Leibniz: «La música es el placer que experimenta la mente humana al contar sin darse cuenta de que está contando». De la misma manera que placentero es hacer el recorrido por la mente de Eduardo, que él mismo nos propone.

Javier A. Bedrina

BIOGRAFÍA

Eduardo Polonio (Madrid, 1941). En 1968, obtiene el título de profesor de composición. Entre 1966-1970, frecuenta los Cursos de Verano de Darmstadt. En 1969, realiza una estancia en el Instituto de Psicoacústica y Música Electrónica de la Universidad de Gante.

Como compositor e intérprete forma parte del grupo KOAN en su primera etapa (1967-1970). A partir de 1969, trabaja en el Laboratorio ALEA de Madrid y, entre 1970-1972, es integrante del grupo ALEA MÚSICA ELECTRÓNICA LIBRE, primera formación española de música electroacústica en vivo.

En 1976, traslada su residencia a Barcelona, vinculándose al Laboratorio PHONOS de dicha ciudad. En 1983, funda, con Rafael Santamaría, OBERT-ART ACTUAL, y el festival Sis Dies d’Art Actual. En 1985, crea, junto con Gabriel Brncic y Claudio Zulian, MULTIMÚSICA. Cofundador de la Asociación de Música Electroacústica de España (AMEE), fue su presidente entre 1988 y 1994, realizando la primera y segunda ediciones (1990 y 1992) del Festival Internacional Punto de Encuentro. En 1994, se le otorgó el MAGISTERIUM del Gran Premio Internacional de Música Electroacústica de Bourges.

En 1996, traslada su residencia a Huelva, donde creó y dirigió el ciclo Confluencias, arte y tecnología al borde del milenio (2000-2006). Creó y dirigió, junto con la Universidad de Sevilla, el Congreso Internacional de Música y Tecnologías Contemporáneas (2006-2008).

Es autor de tres óperas electroacústicas: Uno es el Cubo, Dulce mal y Ritmos de vidrio roto. La mà de Guido /Ars Harmonica ha publicado su edición antológica 1969-2014, que incluye 48 obras abarcando un periodo de 45 años.

www.eduardopolonio.com

Tiene mucho arraigo la costumbre de pensar las matemáticas como una disciplina fría, cuando, en realidad, su práctica puede ser tan pasional, tan llena de humor o de nostalgia, de referencias a la vida y a la forma de experimentarla, como la de cualquier otra. La matemática no es impermeable a la po­esía y ello es lo que quizá con mayor intensidad se nos muestra en el segundo apéndice de este libro, dedicado a la belleza contenida en las relaciones entre el binomio de New­ton, el Teorema de Pitágoras y el Teorema de Fermat; este último, germen de Penrose no llegó a la cita, la obra musical de cuyo comentario deriva esta delicada oda a la belleza de la música y las matemáticas. El lenguaje formal de las matemá­ticas y las demostraciones parecen áridos cuando se olvida o no se percibe su significado ni la belleza de las verdades ma­temáticas a las que señalan. Igual que la música, que, pese a lo arcano para muchos de la apariencia de su escritura, no es solo notación, sino construcciones complejas de sonidos en relación que ocupan el espacio compartido de los oyentes. Como nos va mostrando página tras página Eduardo Polo­nio, la relación entre ambas disciplinas trasciende de lejos su escritura; y de ahí, desde mi punto de vista, el valor especial de Las matemáticas, la música y el músico (yo), cuyo autor me honra profundamente al ofrecerme el acercamiento a su obra con este texto introductorio.

Del prólogo del artista sonoro y compositor Josep Manuel Berenguer

DOSSIER DE PRENSA

«Eduardo Polonio: la sonrisa matemática»

Una crítica de Paco Yáñez para El Compositor Habla, 22/05/2023

Cualquiera que haya profundizado mínimamente en la creación musical del compositor español Eduardo Polonio (Madrid, 1941) conocerá el fino sentido del humor que la fertiliza y recorre: rasgo distintivo de quien tuvo que bregar con la gris España del franquismo, contraponiéndole guiños en cuyas raíces se encuentran desde Fluxus a Zaj, y que podríamos decir alcanzan la portada del libro que hoy presentamos, en la que vemos al propio Polonio abrir sus brazos cual diva o deidad azteca; en este caso, para abrazar un universo tan querido por el madrileño como el de las matemáticas: lenguaje que subyace y resulta transversal a la mayor parte de su creación artística, por más que tantas veces ésta muestre, en su superficie, esa sonrisa que podría parecer desenfadada e intuitiva, ajena a un orden, como el matemático, que, sin embargo, tras leer este volumen publicado por la exquisita EdictOràlia comprenderemos que es totalmente consecuente con el pensamiento de Eduardo Polonio, pues si Nietzsche afirmaba —y Gustav Mahler compartía— que «todo placer quiere eternidad», esa sonrisa genuina y astral desplegada por Polonio conseguirá abrazar esa infinitud a la que Nietzsche se refería por medio de los lenguajes que quizás mejor la expresen: la música y las matemáticas.

Pero, antes de entrar en el propio texto firmado por Eduardo Polonio, que conforma el grueso de este libro (junto con una serie de enjundiosos apéndices escritos, asimismo, por el compositor madrileño), Las matemáticas, la música y el músico (yo) —título del libro que hoy nos ocupa— se presenta con un prólogo del compositor y especialista en música electroacústica Josep Manuel Berenguer, en el que explicita que Eduardo Polonio «en algún momento tenía que abordar la tarea de documentar esa faceta tan propia suya» que es la de su relación con un lenguaje matemático que Berenguer hace dialogar, en su estupendo y tan personal prólogo, con ámbitos tan diversos de nuestra experiencia cotidiana como la naturaleza o la lingüística.

Otro aspecto muy interesante del prólogo (compartido por el texto de Eduardo Polonio, mostrando en ambos compositores una insoslayable conciencia —y responsabilidad— histórica) es el análisis historiográfico que Josep Manuel Berenguer realiza de las matemáticas, y de cómo éstas, con el paso de los siglos, se han ido aplicando a todos los campos del saber, dando sentido a las palabras —rescatadas por el propio Berenguer— de Galileo Galilei, cuando afirmaba, en Il Saggiatore (1623), que «la naturaleza está escrita en lenguaje matemático»; incluso, en lo concerniente a realidades que solemos asociar más al caos, a lo indeterminado o a lo irracional, como el ruido y el azar (aspectos tan presentes en la obra de Eduardo Polonio en diversos momentos de su producción musical y que, como comprobamos en los trabajos del madrileño, efectivamente pueden estar estructurados desde un lenguaje severamente matemático).

Ahora bien, sostiene Josep Manuel Berenguer que ello no ha de hacer de nuestra existencia una realidad únicamente explicable en dichas claves, afirmando que «la presencia numérica cierta allí donde podamos encontrarla no implica que estemos condenados a vivir siempre teniéndola en cuenta», implementando esta perspectiva vital a una relativización de conceptos matemáticos aplicados a lo musical que incluye las escalas y las subdivisiones de las alturas o la propia afinación: tan variable en función de cada contexto cultural, ya nos refiramos —como recoge Berenguer— a las escalas pitagóricas, a los modos griegos, a las ragas de la música carnática o a las escalas pentatónicas quichua. Todo un ejercicio de desmitificación.

Es, asimismo, muy destacable cómo Berenguer une poesía y matemáticas en su prólogo, refiriéndose a esta última como una disciplina cuya práctica puede ser apasionada, humorística o hasta nostálgica, poniendo como ejemplo de esta fértil relación (tan abierta y flexible) a la propia música de Eduardo Polonio como forma de belleza artística que une dicho rigor y tal poética, el humor y la historia, dejándonos Berenguer, así, en el punto exacto para entrar, de lleno, en el grueso de este volumen, firmado por un Eduardo Polonio que previamente, en su prefacio, nos había advertido sobre cómo leer este libro que «son dos libros» —sostiene— pues los apéndices (a los que nos remiten las notas a pie de página en cada capítulo) son un libro en sí mismo: la parte más estrictamente matemática en cuyos constructos, teoremas y desarrollos se basa Polonio en cada una de sus partituras en las que se adentra.

Así pues, se trata —de nuevo en palabras de Eduardo Polonio— de cinco extensos apéndices en forma de «desbordamientos» (término que, como explicita, toma prestado del cineasta granadino José Val del Omar), que tanto se pueden leer tras cada nota a pie de página, como después del texto principal, creando dos bloques; aunque yo diría que es preferible leer cada apéndice cuando la respectiva nota así nos lo sugiera, para pertrecharnos del bagaje matemático necesario para poder comprender los desarrollos que subyacen a las obras de Polonio aquí abordadas. Como señala el propio compositor, algunos de estos apéndices resultan más áridos, dada la naturaleza de la propia temática, pero, en general, resultan muy didácticos, además de generosamente ilustrados con los esquemas pertinentes, con lo que, en conjunto, la lectura resulta muy interesante y facilitada por el empeño de Polonio en resultar medianamente accesible (dado el nivel teórico que maneja).

Adentrándonos ya en la parte principal del libro, la firmada por Eduardo Polonio, éste comienza su texto con la obra que dio lugar a la explicación en clave matemática que aquí nos comparte, así como a la propia publicación bibliográfica. Se trata de Penrose no llegó a la cita (2022), pieza electroacústica octofónica estrenada en Mallorca y obra que no utiliza las matemáticas como generadoras de estructuras o parámetros musicales, sino que se convierte en una «alegoría» sobre tres de los más grandes matemáticos de la historia: Pierre de Fermat, Leonhard Euler y Georg Cantor, tres gigantes que reaparecerán una y otra vez en el libro, y a los que se suma, en esta pieza, el matemático británico Roger Penrose, que da nombre a la obra.

Comparte Eduardo Polonio con Josep Manuel Berenguer la sugerente idea de que matemáticas y poesía pueden ir de la mano, complaciéndose en afirmar (Polonio) «que una demostración matemática puede encerrar tanta belleza como una fuga de Bach o una sinfonía de Mozart. Una belleza seria, profunda y enigmática; y también, por qué no, «elegante»». Dentro de esas bellezas clásicas y elegantes de las matemáticas, dedica el compositor madrileño una atención muy especial a los cuadrados mágicos, así como a las conjeturas y a los desafíos matemáticos que trascienden los siglos y nos siguen interpelando, ya no sólo por su complejidad y reto a la inteligencia humana, sino por cuanto de nosotros mismo, como especie pensante, se define y depende de la resolución de dichas conjeturas (quizás cada día más, en una sociedad que casi tendríamos que calificar de algorítmica —aunque, desgraciadamente, en la vertiente más comercial de dichos algoritmos, puestos al servicio del poder político, militar y financiero—).

Además de los aspectos más sesudos relacionados con las matemáticas, ya sean puras, ya históricas, o aplicadas a lo musical, rescata Eduardo Polonio en este libro recuerdos de sus orígenes familiares, con el heteróclito paisaje musical de su infancia: todo un microcosmos en el que madre, padre y tías, o bien componían y cantaban, o tocaban el piano: experiencias que no siempre califica de motivadoras en el sentido artístico que él hubiese querido, pero que desde muy pronto se empiezan a cruzar con unas matemáticas en cuyo estudio Polonio se destaca ya desde niño.

No es el autobiográfico el único recorrido histórico al que nos invita Eduardo Polonio en las páginas de su libro, pues la historia de las relaciones habidas entre música y matemáticas se convierte en uno de los vectores más interesantes de este volumen; especialmente, a partir de su décima página, partiendo de Pitágoras y de los primeros estudios sobre la afinación y la división de las alturas en los instrumentos de cuerda, repasando las bases físico-matemáticas de conceptos como los de notas, octavas, armónicos, etc. Es un recorrido que tiene estaciones en el desarrollo medieval de la «Armonía de las esferas» pitagórica, en los juegos de espejos, retrogradaciones, inversiones y demás constructos matemático-musicales en el Barroco (con Johann Sebastian Bach en primerísimo plano, de quien afirma Polonio que es, con Pitágoras, el otro pilar de la historia de la música) y que llega hasta Iannis Xenakis y la estocástica, habiendo pasado previamente por la sucesión de Fibonacci o por Benoît Mandelbrot y sus conjuntos fractales.

A partir de este repaso y estableciendo, así, sus afinidades (s)electivas, Eduardo Polonio se centra ya de forma más pormenorizada en su propia música, que pone en contexto histórico, matemático y hasta literario, siendo muy interesante, al respecto, la influencia de Hans Magnus Enzensberger en obras como el concierto electroacústico Devil’s dreams (1998). Mientras, los sudokus informan la homónima Sudoku-mix (2006); la física, el también concierto electroacústico Trois moments précédant la genèse des cordes (2001); los fractales, la instalación electroacústica conceptual Cantor i Pols (1995) —que presentaba una exposición de paneles con los datos matemáticos desde los que se había creado la obra, así como la división fractal del teclado—; la geometría, el concierto Diagonal (1991); y el número U (con directas referencias a Roger Penrose y Alan Turing), en obras como los conciertos Usession (1995), Variations U (1995), U flu for flu (1996) o Bernabé y Sofía no se fían (2001).

Precisamente, Usession da pie a Eduardo Polonio para adentrarse de forma más detallada en cada paso matemático que vertebra su composición musical, enlazando dichos desarrollos con las restantes piezas basadas en el número U, en algunos de los pasajes más complejos del libro (a los que se dan varias vueltas de tuerca en los más teóricos apéndices).

A toda esta plétora de influencias matemáticas, fractales, físicas, literarias, etc., se suma, como en el caso de Diagonal, un paso más en lo que a la geometría se refiere, con Sota l’Arc (1997): respuesta musical a la petición que en 1996 realiza el artista catalán Carles Pujol a Eduardo Polonio de una instalación multimedia para la pieza L’Arc (1997), del propio Pujol. Como se deduce de los respectivos títulos de ambas obras, se centra aquí Polonio en la circunferencia y en el arco, dedicando veinte páginas de minuciosa descripción de los procedimientos matemáticos y geométricos que llevaron a la composición de su pieza, en la que es la parte más detallada y compleja del apartado musical, con su profusión de series numéricas y sus correspondencias con alturas o dinámicas (entre otros parámetros musicales); todo ello, con una importante profusión de gráficos.

Tras semejante alarde explicativo vienen (por estricto orden en el libro, aunque, como hemos visto, quizás la mejor forma de leerlos es cuando se citan a pie de página) los cinco apéndices en los que Eduardo Polonio desgrana las bases teóricas desde las que trabaja la matemática en sus composiciones.

El primer apéndice está dedicado a los cuadrados mágicos, cuyo funcionamiento y evolución histórica explica Polonio someramente. El segundo apéndice se adentra en el binomio de Newton, en el triángulo de Pascal y en el triángulo de Sierpinski, así como en los fractales, desembocando en el teorema de Pitágoras. El tercer apéndice, casi partiendo del anterior, examina la escala pitagórica y repasa la figura histórica del propio Pitágoras, en el marco de lo que Karl Jaspers denominó «Era Axial», por la aparición, en apenas unos siglos, de buena parte de los filósofos, matemáticos, literatos y pensadores que establecieron las bases sobre las que, todavía hoy, se asienta nuestra cultura. El cuarto apéndice desciende a esa infinidad de guarismos que hay entre dos números enteros, así como a las alturas y subdivisiones microtonales entre los intervalos, repasando el temperamento y las diferentes escalas desde una mirada intercultural que reclama —algo siempre tan interesante y sano en Eduardo Polonio— el superar el puro exotismo cosificado propio de un turista musical, para proponernos el ir al meollo y al trasfondo cultural de cada expresión musical comprendida en sus respectivos contextos históricos, sociales y culturales. A través del número π, Polonio desmenuza el concepto de número infinito, saltando a la también infinita multiplicidad de la división y estructuración del espectro armónico y su formalización en escalas: aspectos, como fácilmente se deduce, que vertebran las decisiones musicales tomadas por el propio compositor en las obras de su catálogo presentes en este libro. Por último, el quinto apéndice se convierte en una suerte de sumatorio y síntesis de los precedentes, profundizando en la subdivisión de los números hasta llegar al cuadrado mágico de Euler (1770). Es por ello que leer estos cinco apéndices enlazados (una de las posibilidades que nos ofrece Eduardo Polonio en su prefacio) conforma, en sí, toda una teoría matemática de lo más sustantivo, aunque en ocasiones los desarrollos de los teoremas alcancen niveles de alta complejidad que, al tiempo, son un camino que permite que cada lector llegue hasta determinado punto (o bien se deje guiar por Polonio para conquistar un paso más en dicho conocimiento).

Completan el libro una escueta pero sustanciosa bibliografía, así como un índice  onomástico tampoco extenso en demasía pero en el que se reúne lo más granado de la historia de las matemáticas. Hay que destacar, una vez más, el buen hacer de Josep Lluís Galiana en la maquetación de un volumen en absoluto sencillo de editar, dada la enorme cantidad de esquemas, tablas, gráficos y hasta fotografías como se han incorporado al texto para enfatizar su voluntad didáctica y explicativa: ese ir recorriendo, paso a paso, los proteicos caminos a través de los cuales, enmarañadas y mano a mano, música y matemáticas alcanzan frutos en los que ambas resplandecen por igual, como lo hacen en las partituras de Eduardo Polonio.

© Paco Yáñez, mayo de 2023
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Las matemáticas, la música y el músico (yo)

mundoclasico.com, 26 de mayo de 2023

EdictOràlia Música presenta el libro Las matemáticas, la música y el músico (yo) de Eduardo Polonio, uno de los pioneros españoles de la música electroacústica, autor de un centenar de composiciones y coautor con Eugeni Bonet, Eduardo Magliano, Pablo Monedero, Carles Pujol, Toni Rueda, Rafael Santamaría o Santiago Torralba de decenas de obras multimedia.

Reproducimos un fragmento, facilitado por Edictòralia, del texto de Javier A. Bedrina, autor de la fotografía de portada de Las matemáticas, la música y el músico (yo):

Es para mí un doble privilegio que estés leyendo este texto. Primero, porque me une una larga amistad con Eduardo, del que aprendo en cada conversación y al que admiro desde siempre, y segundo, porque haya contado conmigo para leer su manuscrito y poder contarte lo que tienes entre las manos.

Este es el libro de un viaje al interior de la mente de un creador. Un viaje con anécdotas y, como no podía ser de otra manera, sentido del humor, que nos permite descubrir cómo tener curiosidad por las cosas de la vida, y que, unidas a inquietudes profundas, organiza las conexiones sinápticas del cerebro, creando una manera particular, única, de entender la naturaleza de la creatividad y cómo ponerla en práctica.

Un viaje que va desde los griegos, Pitágoras, Platón o Aristóteles, hasta los fractales de Mandelbrot, pasando por otras muchas mentes que entendían las matemáticas, la física, la música y la profunda esencia que las unen.

Un viaje de valores representativos que, de manera indirecta, nos permite adentrarnos en la personalidad de un genio y comprender y aprender cómo encontrar la inspiración en el conocimiento, porque es posible que aquello del “saber no ocupa lugar” sea cierto, pero te llena las estanterías de la mente con un sinfín de cosas que intentar y que hacer.

Creo que los dos coincidimos en que con una sola vida no nos va a dar tiempo a hacer todo lo que quisiéramos, así que habrá que ir pensando en las siguientes reencarnaciones.

Tal y como dijo el no solo gran matemático Gottfried Leibniz:

La música es el placer que experimenta la mente humana al contar sin darse cuenta de que está contando. 

De la misma manera que placentero es hacer el recorrido por la mente de Eduardo, que él mismo nos propone.

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«Las matemáticas son muy bellas»

Eduardo Polonio, gran maestro español de la electroacústica, acaba de publicar un libro sobre la relación entre música y matemáticas

Lleva casi 30 años residiendo en Valverde del Camino, lo que no le ha supuesto el menor problema en su reputación internacional: “He viajado a todas partes del mundo, más que en mi época de Barcelona. Además ahora con Internet tienes acceso inmediato a todo”. Pese a que ha superado ya la frontera de los 80 años, Eduardo Polonio (Madrid, 1941), sin duda el gran maestro español de la creación electroacústica, mantiene una lucidez, una capacidad de trabajo y un optimismo que parecen inmarchitables.

Acaba de sorprender con este libro en el que establece relaciones entre la música y las matemáticas, y en el que profundiza en cómo nacieron muchas de sus obras justamente a partir de procedimientos matemáticos. “El libro lo tenía hecho desde hace tiempo. Lo fui maquetando mientras lo hacía, y me imprimí un par de copias que dejé en mi biblioteca. Yo pienso que todo tiene su momento. Hay que dejar madurar las cosas, como la fruta. Un día me dije que ya era hora de publicarlo. Llamé a mi amigo José Luis Galiana y al día siguiente me dijo que sí, que me lo sacaba. No tardó ni un mes en tenerlo listo”.

Las relaciones entre música y matemáticas se han tratado muchas veces. “En mi caso es una relación compleja, pero también sencilla. Siempre me han interesado mucho las matemáticas recreativas, no la matemática pura y dura, de la que estoy muy lejos, sólo soy un aficionado, me quedé en las integrales, pero sí esos libros maravillosos de Martin Gardner o de Raymond SmullyanEs la lógica aplicada, el pensamiento lógico. Siempre me ha interesado. Así que en este libro quise plasmar cosas que tenía en la cabeza desde hace mucho tiempo, porque me parecían de una gran belleza. Aunque a muchos les puedan parecer áridas, en realidad las matemáticas son muy bellas. Y quería compartir este sentimiento mío”. Reconoce en cualquier caso que el lector de este libro debe “tener algunos conocimientos matemáticos y de música. Está hecho para cualquiera que tenga un poco de inquietud y curiosidad por las cosas, pero para el que sea totalmente anumérico y no sepa nada de cuestiones musicales, resultará un poco difícil. Los amigos míos del pueblo se quedan un poco aturdidos con estas cosas, porque no tienen conocimientos. Pero qué se va a hacer, es lo que me ha salido”.

Las relaciones entre música y matemáticas se han tratado muchas veces. “En mi caso es una relación compleja, pero también sencilla. Siempre me han interesado mucho las matemáticas recreativas, no la matemática pura y dura, de la que estoy muy lejos, sólo soy un aficionado, me quedé en las integrales, pero sí esos libros maravillosos de Martin Gardner o de Raymond SmullyanEs la lógica aplicada, el pensamiento lógico. Siempre me ha interesado. Así que en este libro quise plasmar cosas que tenía en la cabeza desde hace mucho tiempo, porque me parecían de una gran belleza. Aunque a muchos les puedan parecer áridas, en realidad las matemáticas son muy bellas. Y quería compartir este sentimiento mío”. Reconoce en cualquier caso que el lector de este libro debe “tener algunos conocimientos matemáticos y de música. Está hecho para cualquiera que tenga un poco de inquietud y curiosidad por las cosas, pero para el que sea totalmente anumérico y no sepa nada de cuestiones musicales, resultará un poco difícil. Los amigos míos del pueblo se quedan un poco aturdidos con estas cosas, porque no tienen conocimientos. Pero qué se va a hacer, es lo que me ha salido”.

El libro sirve también para profundizar en algunas de sus creaciones. “El fractal de Cantor fue el que me llevó a hacer la instalación sonora Cantor i pols. La conjetura de Fermat me abrió el apetito. 350 años sin demostrarse. Entra casi dentro de lo poético. Una nota en el margen de un libro que estaba leyendo: ahí escribió que había descubierto esto y ahí se quedó durante 350 años; son cosas que a mí me emocionan”. El número U, vinculado a Alan Turing, ha servido para cuatro de sus obras (Usession, Variations U, U flu for fru y Bernabé y Sofía no se fían): “Ahora que estamos con el ChatGPT y la inteligencia artificial en pleno auge, hay que recordar que todo eso viene de Turing. Y el número U me fascinó. Me apropié de él. Es un número tan largo… que empecé a codificarlo, pero me sobraban muchos unos y ceros. Me iba al aeropuerto con todos mis unos y ceros y mientras esperaba el avión seguía codificando el número. Por eso me salieron después tantas obras”. Pi es otro número que generó una obra de Polonio, esta vez escrita para una instalación, L’Arc, cuya composición desbroza en el libro con un análisis muy exhaustivo. “Acababa de mudarme a Valverde desde Barcelona. Todo mi estudio estaba en un container, y lo único que tenía era un ordenador. Me han encargado esta música, pero solo tengo esto, me dije, así que me voy a arreglar haciendo cálculos con el ordenador, que me salga la obra sola. Y así lo hice, pensando en que no tendría que quebrarme demasiado la cabeza y en realidad me la quebré en demasía. Se lo pasé incluso al profesor de matemáticas del instituto en el que yo trabajaba por si había algún error. Me dijo que estaba perfecto. Sólo entonces me atreví a entregarla”.

Otro de los temas que se trata en los apéndices en profundidad es el de la afinación, con las distintas soluciones para la coma pitagórica hasta el hallazgo de la afinación igual, que no fue aceptada tan fácilmente como hoy pensamos. “Hubo su polémica como siempre que sale algo nuevo. Hay quienes no lo admiten y siguen aferrados a lo suyo, y otros que miran hacia delante. El mismo Bach hizo trampitas para que sus obras sonaran como él quería. No faltan hoy los nostálgicos de la afinación natural, y pongo el ejemplo de La Monte Young y esa obra al piano de cinco horas que puede verse en Youtube. Por cierto que todas mis obras citadas en el libro están también disponibles en una lista de reproducción de mi canal de Youtube”.

La pasión de Polonio por la música no se detiene. “Estoy haciendo una pieza electroacústica octofónica, que tiene ya título, Lo que no cesa, pero no sé cuándo la terminaré, porque llevo meses con ella. Probablemente cuando la termine saldrá en un CD junto a las obras más recientes, las escritas entre 2021 y 2023, aunque una está editada ya en mi anterior libro, Del serialismo al multimedia, que me publicó María de Alvear World Edition”.

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Dos más dos = Sol

Eduardo Polonio: Las matemáticas, la música y el músico (yo). Edita: Edictoralia Música, Valencia 2023

Miguel Ángel Pérez Martín, Docenotas.com, 19/06/2023

Como nos aclara el autor desde Pitágoras, pensador universal, existe un deseo de explicar el funcionamiento de los sonidos. Especialmente los sonidos agradables que devienen en lo que denominamos música en occidente. Hay sonidos, los de la naturaleza en general, que el oído humano considera desagradables (ruidos) y hasta no demasiado se desdeñaba su reproducción. Ahora los ordenadores lo facilitan.

Pues bien, esos sonidos agradables siguen unas reglas físicas que se pueden reducir a números, a frecuencias de vibración, posteriormente anotar y reproducir con otro instrumento o por otra persona.

Pitágoras ya define la escala cromática europea de doce notas, siete tonos y cinco semitonos. Con sus intervalos, de octava y de quinta, y sus interacciones. Esto, de nuevo, conseguiría acelerarse en el Renacimiento y el periodo Barroco con la mejora de los conocimientos de física, matemáticas, geometría y mecánica (Leonardo y Guido d’Arezzo ayudarían) ..la electricidad conseguiría acelerar de nuevo el proceso, a finales del s XIX y comienzos del XX, esta tendencia tecnológica de la música.

La abstracción matemática consigue entonces convertirse en un método y fuente de inspiración y creación. Ahora los potentes ordenadores son el principal instrumento musical, pero conviven con la aleatoriedad total, la improvisación y los instrumentos no bien temperados de algunas tendencias musicales. Un infinito de sonidos, como los fractales.

¿Ahora con la AI podremos prescindir del intérprete y creador humano? Puede, pero algo le faltará a la música seguro, quizá tenga cerebro y corazón, pero otras cualidades pueden ser más escasas: intencionalidad, enfado, hasta rabia.

¿Quién es Eduardo Polonio? Profesor de composición desde 1968 interesado por los procesos matemáticos e informáticos forma parte del grupo KOAN hasta 1970, después trabaja con el grupo Alea Música Electrónica Libre. En 1976 se traslada a vivir a Barcelona, donde se vincula con PHONOS y funda el Festival Obert Art Actual. Es fundador de la asociación de música electroacústica de España. Recibió el Gran Premio Internacional de música electroacústica de Bourges. Desde 1996 vive en Huelva. Compositor de piezas y operas electroacústicas, se atrevió incluso a ponerle música al Diablo de los Números de H. M. Enzensberger.

Todo un agitador de la escena musical de vanguardia española, justo la que tiene peor acceso a los auditorios públicos, en los que vemos con frecuencia sonoros tributos a…Iron Maiden (nada en contra) por ejemplo. Menos mal que nos queda… Europa.

Libro de mucho interés, especialmente para músicos del ramo electrónico, vanguardias seriales, fractales y todo tipo de makers de aparataje musical electrónico que constituyen la punta de lanza de la experimentación musical y que vemos con más frecuencia en centros de arte contemporáneo y galerías que en equipamientos escénicos y musicales. Algo falla en el sector de la programación musical en España.

Mientras resintonizamos con Europa leamos, por ejemplo, a Eduardo Polonio y este magnífico libro.