Josep Lluís GALIANA
EMOCIONES SONORAS. De la creación electroacústica, la improvisación libre, el arte sonoro y otras músicas experimentales
València: EdictOràlia, 2020, 396 p.
ISBN: 978-84-120023-6-2
PVP: 20€
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EMOCIONES SONORAS contribuye a restituir una parte de lo vivido, a enmarcar unas vivencias, unos sentimientos, unas inquietudes y unas emociones compartidas en una época particularmente intensa. Una época llena de incertidumbres y caracterizada por un convulso cambio de milenio. Se trata de una amplia selección de alrededor de trescientos escritos musicales que hablan de la creación electroacústica, la improvisación libre, el arte sonoro y las músicas experimentales en España. Testigo de cómo las nuevas generaciones de músicos y artistas sonoros se han comprometido con las últimas propuestas estéticas y nuevas formas de hacer música, Josep Lluís Galiana describe situaciones sonoras concretas y reflexiona sobre determinados acontecimientos artísticos en un asequible tono divulgativo. EMOCIONES SONORAS recoge críticas, entrevistas, reseñas y artículos, en su mayor parte publicados en el periódico Levante-EMV, pero también notas a discos y programas de conciertos, así como alguna conferencia, trabajo de investigación o monográfico inéditos o publicados en otros medios de comunicación.
Todos estos escritos nos remiten a una larga etapa de actividad profesional del autor en sus diversas facetas como periodista, gestor cultural, músico y docente, comprendida entre los años 1992 y 2015, y a un espacio geográfico circunscrito principalmente a la ciudad de Valencia. Habitadas por centenares de compositores e intérpretes y las poéticas de creadores sonoros procedentes de todos los rincones del planeta, las páginas del presente volumen transitan a lo largo de casi un cuarto de siglo marcado por una urgente (r)evolución musical que afectó a lenguajes, estéticas y formas de hacer y escuchar las nuevas creaciones sonoras. Una revolución que dio como resultado impensables hibridaciones, inusitados juegos interdisciplinares e increíbles cambios tecnológicos aplicados a la creación sonora. Emociones sonoras nace de la firme creencia en el «compromiso de hacer historia, recalando en aquellas músicas más imaginativas que nos hacen ampliar horizontes y las ganas de vivir compartiendo emociones», señala el crítico Rogelio Pereira. En palabras del autor, «la música es pura fisiología, se aferra a nuestras vísceras, nos hace vibrar, nos golpea el pecho y nos pone en movimiento, y la emoción es una reacción ante cualquier estímulo que va a condicionar nuestra conducta, y se activa de muy diversas maneras. Es verdad que los sonidos, afirma Galiana, tienen una fuerza física, inconsciente, pre racional y quasi animal que nos aleja del pensamiento para entregarnos a la emoción en su estado más puro».
Del prólogo
Casi sin pretenderlo me he visto lujosamente acompañado por maravillosos colegas de viaje, de un lado y del otro, o de los dos, como el autor de este libro. Es una de las pocas personas con las que puedo estar hablando en ningún idioma, esto es, improvisando libremente. No pretendo ponerme conativo ni poético. Es un regalo que he recibido. Personas así han propiciado lo bueno que pueda tener, lo malo es solo culpa de la genética. Es por todo esto y sin otro particular que, pese a que tendemos a enroscar ampulosos biopics debajo de nuestras fotos en los programas de concierto, en realidad deberíamos apostillar: fulano, solo pretende emocionar y ser emocionado. Y este libro es una valiosa muestra de ello.
Carlos D. Perales (Pianista, compositor y catedrático de Tecnología Musical
en el Conservatorio Superior de Música de Valencia)
Josep Lluís Galiana (València, 1961). Diplomado en Estudios Avanzados por la Universitat Politècnica de València y Titulado superior por el Conservatori Superior de Música de València, el compositor, saxofonista, improvisador, escritor y editor Josep Lluís Galiana (València, 1961) viene desarrollando una intensa actividad en la escena europea de la libre improvisación, la creación electroacústica y la investigación musicológica desde hace más de tres décadas. Sus trabajos han sido presentados en importantes festivales internacionales de Portugal, Francia, Grecia, Italia, Polonia, Suecia, EE UU, China, Brasil, Argentina, México, Cuba y España. Es autor, entre otras obras, del ensayo Improvisación libre. El gran juego de la deriva sonora (2017) y del poemario Sons compartits (2018), así como de numerosos artículos, críticas, ponencias y estudios musicológicos publicados en libros, revistas especializadas y en prensa escrita. Ha sido profesor de Orquesta y Coro en el Conservatori Superior de Castelló y de Historia y Estética de la Música en diversos centros.
Desde 2014, es presidente del Laboratorio para la Investigación de Procesos Creativos Contemporáneos AD LAB y, entre 2006 y 2014, es secretario de la Asociación de Música Electroacústica de España (AMEE), entidad miembro de la International Confederation of Electroacoustic Music (ICEM/Unesco). En 2016, funda EdictOràlia Llibres i Publicacions y el sello discográfico Liquen Records. Con más de 150 composiciones en catálogo y cincuenta discos editados, Galiana ha grabado para Canal Clásico-RTVE, RNE-Radio Clásica y Radio 3, y para las discográficas Marmita-Música Viva, AMEE, Sound In, PrimTON Berlín, Luscinia Discos, Clamshell Records /Vector Sounds, Alina Records, Seidagasa, Cilestis, ZAWP Records, Discordian Records, Audiotalaia y Liquen Records.
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DOSIER DE PRENSA
Pensamiento musical de Levante
Paco Yáñez, mundoclasico.com, lunes, 29 de junio de 2020
Después de que, a lo largo de las últimas semanas, hayamos dado cuenta de los trabajos como productor discográfico, compositor y saxofonista de Josep Lluís Galiana (Valencia, 1961), nos adentramos hoy en sus facetas de editor y musicógrafo, pues de la editorial fundada por el propio Galiana, la exquisita EdictOràlia, hemos recibido el volumen del que ahora les damos cuenta, Emociones sonoras. De la creación electroacústica, la improvisación libre, el arte sonoro y otras músicas experimentales, segunda edición —revisada y ampliada— de un libro cuyo primer lanzamiento se efectuó en noviembre de 2014.
Como entonces, Josep Lluís Galiana nos advierte de que no estamos ante un tratado de historia ni ante un volumen que pretenda «sentar cátedra sobre cuestiones teóricas», sino ante un conjunto de escritos «que hablan de una serie de acontecimientos musicales, describen situaciones sonoras concretas y reflexionan sobre determinados hechos artísticos». Como su título nos da a entender, estos se incardinan, fundamentalmente, en el ámbito de la música experimental, con especial predilección por la electroacústica, la improvisación y el arte sonoro, y se corresponden, en una buena medida, con las críticas y con los ensayos que Josep Lluís Galiana viene firmando desde hace casi treinta años en diversos medios, con una mención muy especial para los publicados en el diario Levante-El Mercantil Valenciano, aunque en esta selección, que parte del 7 de mayo 1992 y llega al 1 de noviembre de 2015, se incluyen, asimismo, notas discográficas y de conciertos, ponencias, entrevistas, o los más recientes escritos de Galiana para la revista de música y arte sonoro sulponticello.com (además de algún texto inédito rescatado por el valor musicológico que aporta al semblante de creadores valencianos, como los procedentes de un trabajo de investigación sobre la obra de Enrique Sanz Burguete, autor con gran presencia en la primera parte del libro).
Nos ubicamos, así pues, —y en especial, en lo que se refiere a los textos publicados por el diario Levante-EMV—, en el ámbito de la ciudad de Valencia, donde Josep Lluís Galiana fue uno de los responsables (entre los años 1991 y 2013) de la programación del Club Diario Levante, de buena parte de cuyos conciertos, charlas, presentaciones y debates se hacen eco las páginas de Emociones sonoras, mostrándonos algo tan importante en la España del siglo XXI como la existencia de una vida artística más allá de Madrid, pues es obvia la recentralización tan excluyente y perniciosa que, soterradamente, se ha producido en los últimos años de la vida cultural española en los medios de comunicación. De este modo, seremos partícipes de muchas de las dificultades pero, también, de las grandes iniciativas que marcan la vida en los centros periféricos de gestión cultural; muchos de ellos, marcados por experiencias valientes y fuera del sistema institucional como las que conocemos a través de este libro: una publicación de una vitalidad constante en cada una de sus páginas, de una pasión contagiosa y de una impecable escritura que se adentra en la realidad musical de forma culta, informada y necesariamente crítica.
Ahora bien, la crítica de Josep Lluís Galiana no es el lamento por el lamento, ni el darse cabezazos contra la pared de lo inamovible, pues en su condición de programador en el Club Diario Levante, así como por su activa participación en la Asociación de Música Electroacústica de España, el compositor valenciano pudo dinamizar la vida musical de su ciudad natal de un modo que difícilmente podríamos imaginar, de no mediar la lectura de este libro, y que nos provocará cierta envidia retrospectiva por la cantidad y calidad de los eventos allí programados.
Es por ello que esta puesta al día y revisión de los escritos musicales de Josep Lluís Galiana se estructura en un prólogo (a cargo de Carlos D. Perales Cejudo), una introducción y siete partes, por medio de las cuales Galiana ordena esos veintitrés años de vida musical valenciana conforme a diversos acontecimientos que han vertebrado la creación sonora experimental a orillas del Turia. A mayores, se incluyen en este volumen unos agradecimientos por parte del autor, y un siempre útil índice onomástico con el que navegar a través de tantos nombres como reaparecen a lo largo de las más de trescientas páginas de este volumen: unas páginas por medio de las cuales vamos viendo el paso de distintas generaciones de artistas internacionales, nacionales y valencianos como pasaron por el Club Diario Levante, mostrando que una buena programación ha de prestar siempre atención a la excelencia compositiva local, pero sin perder nunca de vista la mirada a las corrientes más potentes de la creación actual internacional, a fin de evitar caer en un provincianismo caduco, ombliguista y estéril (el artículo Aldea electroacústica global, publicado en el diario Levante-EMV el 11 de febrero de 2001, es un muy buen ejemplo de esa mirada informada por la mejor escena musical internacional).
Así pues, estamos ante un buen número de fragmentos musicográficos cuya lectura, ya continuada, ya a salto de mata, nos permitirá vislumbrar caleidoscópicamente un todo, pero evitando las taxonomías, las categorías y la totalización al uso en tantos manuales, prefiriendo Galiana que sean esas pinceladas de distintos eventos y tiempos las que dibujen, a través de nuestra lectura e interpretación de lo leído, un mapa del territorio acústico experimental: mapa que ha conocido momentos de una gran potencia y trascendencia artística, como nos muestra la introducción a la sexta parte de este libro, en la que Josep Lluís Galiana habla de una «auténtica primavera sonora valenciana», gracias a «años de esfuerzo ininterrumpido dedicados a la creación y difusión de géneros y formas de hacer música poco transitadas por la academia y prácticamente ninguneadas en las programaciones de auditorios y salas de cultura públicos». No hay duda de que muchos de los protagonistas que pueblan este libro y las distintas estaciones en las que ha germinado esa «primavera sonora valenciana» serán bien conocidos por los melómanos españoles, que encontrarán en las páginas de Emociones sonoras desde a compositores como Ramón Ramos y Alberto Posadas a conjuntos como Amores, Neopercusión, Grup Instrumental de València, o SIGMA Quartet, así como festivales ya veteranos, como el Ensems; pero, al tiempo, Emociones sonoras nos permitirá descubrir iniciativas, compositores y músicos apenas difundidos en el resto de un Estado, España, que con la territorialización de sus orquestas públicas parece haber levantado más barreras entre las distintas autonomías que las ya muchas que existen de cara a la gran composición actual internacional, hablándonos de España (¡qué bien lo sabía Juan Goytisolo, que así tituló la segunda parte de su autobiografía!) como de un inveterado reino de Taifas, cuando no de un Estado cainita al que le crecen los enanos soberanistas.
Por otra parte, Emociones sonoras nos permite conocer lo muy en tiempo real que, durante las décadas que recoge este libro, Valencia estuvo conectada con la gran creación europea, así como con sus debates estéticos, culturales y musicales, como el fin de siglo/milenio, el advenimiento de las tecnologías digitales, o la aparición del multimedia: debates que, en paralelo, se iban puntuando en las páginas del diario Levante-EMV por medio de una gran cantidad de efemérides, aniversarios, o del triste reguero de pérdidas que a cada poco sufre la música clásica, haciéndose eco Galiana de los fallecimientos, entre otros, de Iannis Xenakis, Witold Lutosławski, o, muy especialmente, del compositor valenciano Ramón Ramos, al que se dedican algunas de las páginas más emotivas del libro (homenajes, todos ellos, que afortunadamente no se quedaron en un mero obituario, sino que —como recogen estas páginas— dieron lugar a conciertos de homenaje y a charlas sobre la figura de dichos maestros).
Indudablemente (como no podía, y quizás no debería ser de otra forma), las preferencias musicales de Josep Lluís Galiana se hacen patentes a lo largo de Emociones sonoras una y otra vez, de forma lúcida, crítica y explícita, siendo muchos los compositores que aparecen en estas páginas de un modo recurrente a lo largo de las más de dos décadas que abarcan, y en las que nos encontraremos en diversos momentos con figuras como el chileno Gabriel Brnčić, el madrileño Eduardo Polonio, o los valencianos Llorenç Barber, Carles Santos y Gregorio Jiménez: buena muestra, la que ofrecen estos cinco nombres (sumémosle a Xenakis, a Lutosławski, a Ramos, a Boulez, a Nono, a Cage y tantos otros), de la prolija y ecléctica paleta de estilos que Galiana no sólo recoge en las páginas de Emociones sonoras, sino que fomentó como programador.
Se haría demasiado extenso el pormenorizar y adentrarse en los diferentes textos que merecen una especial atención en Emociones sonoras, de modo que señalaré, para abrir el apetito del lector, algunos de los que me han parecido especialmente sabrosos, así como condimentados por medio de una temática más global que pueda interesar a melómanos de diferentes latitudes; textos como Cuando la gastronomía suena (2007), con su tan necesaria llamada al silencio en un mundo intoxicado por la —habitualmente— horrísona música ambiental; La herencia revolucionaria en la música contemporánea (2006), verdadero palimtexto con fuertes presencias del pensamiento de Luigi Nono y Pierre Boulez, urdido a raíz de un tema tan de este 2020 como el carácter revolucionario de Ludwig van Beethoven —entonces, a raíz de los actos inaugurales del Palau de les Arts de Valencia, con el Fidelio (1805) beethoveniano de por medio—; los textos dedicados a Ramón Ramos en 2012, entre los que leemos una frase del propio Ramos que tan a pelo nos viene en la pandemia del año 2020: «La libertad aprende a conocerse en la cautividad»; o los tres artículos titulados La música contemporánea, publicados en 2014 por sulponticello.com y en los que Galiana muestra una notable madurez en su pensamiento, informado por todo este recorrido musicográfico del que Emociones sonoras da tan buena cuenta.
Otros textos presentan afirmaciones más cuestionables, algunas de las cuales ya las habíamos recogido en nuestras reseñas discográficas dedicadas a Josep Lluís Galiana, como su idea de que «la improvisación ha sido desde hace muchos siglos la manifestación más importante de la música», presente en su artículo «Soundpainting» o cómo pintar la música, publicado en el diario Levante-EMV el 9 de julio de 2009. Mientras, en La necesidad de manifestar una idea, reseña de una mesa redonda concierto publicada el 19 de junio de 2012, Galiana afirma que «Hablar de las tendencias musicales del siglo XXI se me antoja algo verdaderamente complejo, a la vez que tarea inútil. No creo que haya nadie interesado en saber cuáles van a ser los derroteros musicales del siglo XXI», situación que achaca al espectaculismo, a la globalización, a la estandarización, a la fragmentación, o a la hibridación de nuestro tiempo. En todo caso, mientras haya alguien interesado, es prácticamente un deber moral el persistir, aunque sea con la ingenua creencia de que ese alguien, como la transmisión del virus que nos tiene atribulados en este 2020, expanda su interés de forma exponencial, aun contra viento y marea, pues, como reconoce Josep Lluís Galiana, no están las cosas en España para que la estética musical contemporánea se convierta en centro del debate, ya no público, sino musical: situación en la que debemos enmarcar las siempre necesarias y certeras críticas de Galiana a la programación de nuestras orquestas sinfónicas, como leemos en los artículos «El público no tiene gusto» —título tomado de unas declaraciones de Claude Debussy— y La música contemporánea (I), ambos publicados en suponticello.com en el año 2014.
A pesar de estas fuertes críticas a un sistema musical institucional que, como señala Galiana —y uno no se cansa de denunciar—, se ha convertido en un aparato museístico gravemente retrógrado, destacan en Emociones sonoras los muchos textos en los que Josep Lluís Galiana nos contagia, precisamente, con su emoción y pasión, como la que se desgrana a lo largo del libro desde la presentación, en noviembre de 1995, de su anhelado Laboratorio de Electroacústica (LEA) del Conservatorio Superior de Música de Valencia —con un continuo y exhaustivo seguimiento de las actividades promovidas en desde el LEA por su director, Gregorio Jiménez Payá—, o en textos que contagian tanto entusiasmo y esperanza en las posibilidades de la música como «Improvisación positiva» para solucionar problemas, publicado el 1 de noviembre de 2015 en sulponticello.com.
Por lo que a la edición se refiere, nos encontramos con un libro muy bien presentado, de ideal tamaño, cuidada tipografía y perfecta ordenación de los materiales, así como ilustrado con una gran cantidad de fotografías a través de las cuales vamos poniendo cara(s) a los artistas que desfilan por los artículos de Josep Lluís Galiana, así como años, pues por medio de estas fotos veremos cómo las décadas pasan por ellos (aunque, por más que transcurran los años, en estas instantáneas veremos siempre al compositor Miguel Molina realizando una suerte de performance en cada uno de sus respectivos posados de grupo).
Estamos, por tanto, ante un volumen que nos muestra los ecos de una presencia de la cultura en la prensa generalista que, desgraciada (o muy premeditadamente) casi ha desaparecido en nuestros días, abocados como lo estamos a que lo que antes eran secciones artísticas y culturales ahora lo sean de ocio, entretenimiento y banalidades derivadas de los medios (así) de (in)comunicación (pues lo son más bien de mercadeo publicitario y producción de consumibles). No es éste el caso de Emociones sonoras: un libro en el que comprobamos cómo Galiana trataba a sus lectores de un diario de información general con altura de miras y sin infantilismos, presentándoles contextos musicales de su tiempo, estéticamente progresivos y por medio de un lenguaje riguroso, crítico y bien escrito. Es por ello que, para finalizar esta reseña, me gustaría dar la palabra al propio Josep Lluís Galiana, que en la introducción a la séptima parte de Emociones sonoras, ‘A vueltas con las músicas experimentales y otros escritos’, y de la mano de una clarividente lectura de Luciano Berio, reivindica lo musical como «un paso hacia la trascendencia de las emociones»; un paso necesariamente informado que ha de estar en continua renovación y relectura crítica, como muestran sus palabras (de nuevo, y como es seña de identidad de este libro, en continuo contrapunto textual con el pensamiento de otros autores):
«El performer y poeta sonoro valenciano Bartolomé Ferrando, heredero de las vanguardias históricas, considera el entorno arte y cree necesario «ampliar definitivamente el repertorio encapsulado de lo artístico». Esa emancipación del arte, auspiciado por las vanguardias, ha depositado en historiadores, filósofos y críticos de arte la responsabilidad, afirma el profesor de la Facultad de Bellas Artes de Valencia Vicente Jarque, de «asumir también sus límites y reconocer que su tarea es interpretar críticamente, dialogar con el presente y la tradición, desde el presente y desde el pasado, aferrando provisoriamente jirones de experiencia y haciendo memoria entretanto». Como es obvio, desconocemos lo que nos deparará el futuro y no tenemos «recuerdos al futuro», pero ese diálogo —en permanente cambio— con nuestro propio entorno, con la sustancia, los materiales y los objetos sonoros, con los instrumentos —nuevos y tradicionales— y con los nuevos conceptos es conditio sine qua non para seguir el constante movimiento —«siempre in progress»— de la música».
Este libro ha sido enviado para su recensión por EdictOràlia.
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Presentación del libro «EMOCIONES SONORAS» de Josep Lluís Galiana
El 19 de julio a las 19 horas, en la Galería Punto de Valencia Josep Lluís Galiana presentó su libro EMOCIONES SONORAS, junto al artista y compositor José Antonio Orts. El acto fue introducido por Joan Gómez Alemany. En este artículo se incluye el texto que se leyó allí. Además se celebró un debate sobre los temas que aparecen en el libro y se finalizó con una performance-concierto, donde una obra de José Antonio Orts exhibida expresamente para la ocasión, fue intervenida sonoramente por el saxofón de Josep Lluís Galiana.
Joan Gómez Alemany, Sul Ponticello, 1 de julio de 2021

Galería Punto en Valencia, donde a la derecha se puede ver la escultura sonora Órgano de agua y de luz de José Antonio Orts
EMOCIONES SONORAS. De la creación electroacústica, la improvisación libre, el arte sonoro y otras músicas experimentales, es un libro de Josep Lluís Galiana que abarca 23 años de historia sonora y personal. Empieza con un artículo de 1992 y termina con uno del 2015. Pero hemos de tener en cuenta que este libro, ya se editó una primera vez con éxito y la versión que tenemos ahora, es una segunda edición, revisada y ampliada del 2020. Consiguiendo así un profundo trabajo temporal, por estratos reflexivos, que tejen todo el libro de forma compleja. Este, para nosotros, se ha llevado a cabo desde diversas metodologías. Una primera, científica y sistemática, que parte del análisis de lo concreto y lo particular del hecho, para ir a la síntesis y generalidad de la hipótesis. Lo podemos observar en que todos los artículos se fueron publicando a lo largo de décadas (principalmente en el periódico Levante y otros medios de comunicación) y se reúnen y organizan en un estricto orden cronológico. A su vez estos, se agrupan en 7 partes que van precedidas por comentarios escritos recientemente, que reflexionan y caracterizan de forma general, los diversos eventos musicales que son agrupados en cada sección. Por otro lado, tenemos otra metodología que podríamos decir de campo o personal. Ya que el propio escritor del libro, ha intervenido en muchos de los eventos comentados o tiene cierta relación con ellos.
Como dice Josep Lluís Galiana (p.15): El presente libro no es un tratado de historia, ni pretende sentar cátedra sobre cuestiones teóricas. Y más adelante apunta sobre el objetivo de este libro, que es: continuar recuperando de la hemeroteca y de mi archivo personal infinidad de textos. Por eso leemos en este libro que la memoria, lo personal, el diario, recuerdo, archivo e incluso la nostalgia, pueden ser y hacer la historia ¿A caso no es eso lo que nos dice Walter Benjamin? ¿A caso la Historia que encontramos en los libros oficiales, no es historia escrita por personas, es decir, personal; por mucho que pretendan una objetividad transcendental? Galiana es sincero y proclama abiertamente, que su Historia es personal ¿Qué existencia humana, no lo es? Citemos nuevamente al autor (p.16): Una selección que no pretende ser rigurosa, ni demostrar nada, solo reflejar una larga etapa de actividad sonora que, además de dar testimonio de una serie de hechos artísticos, quiere contribuir a rescatar de la memoria lo que han sido y cómo fueron recepcionadas la creación electroacústica, la improvisación libre, el arte sonoro y demás músicas experimentales en la Valencia de una época particularmente intensa, plena de incertidumbres y marcadas por un convulso cambio de milenio. Galiana nos enseña que la historia se puede construir de muchas maneras. Las músicas y propuestas nombradas, generalmente alejadas e incluso rechazadas por el conservador Conservatorio y la Academia, necesitan de una historia. Aunque sea desde la periferia, una historia progresiva, comprometida con la creación contemporánea y la crítica artística. Una historia hecha desde abajo, sin ser la altiva Historia oficial de los «grandes eventos y sus héroes». ¿Quién hace más historia, Charles Baudelaire, quien fue un marginal poeta y crítico de arte; o el reconocido y aceptado historiador académico de su tiempo, hoy prácticamente olvidado? Emociones sonoras, reflexiona sobre muchos asuntos, entre ellos la crítica, que es criticada. Por eso leemos (p.62): Si imprescindible es que compositor e intérprete se sienten juntos y dialoguen, no lo es menos que el crítico o el esteta haga lo mismo. También el libro reflexiona sobre los géneros y las técnicas, dice Galiana: ¿Compositores? ¿Electrónicos? ¿Técnicos de sonido? La música electroacústica todavía suscita polémica. (p.85) Y más adelante por ejemplo sobre la metodología de la electroacústica, señala (p.85): Investigación, ensayo y experimentación frente a fulgor lírico, genialidad e intuición.

Otro momento de la presentación
Retomando otra vez las dos metodologías comentadas de este libro, y su dialéctica entre lo objetivo y lo subjetivo. Desde cierto punto de vista, la metodología científica y personal, parecen ser antagónicas y contradictorias. Pero desde nuestro punto de vista, no lo son tanto. Porque si volvemos al título del libro (EMOCIONES SONORAS), la emoción, es no sólo un sentimiento subjetivo, sino también objetivable por la psicología o la filosofía. Como lo sonoro, no sólo es una realidad física y cuantificable matemáticamente, sino perceptiva y personal. Pero que nos explique el escritor desde sus propias palabras e ideas, el origen del título: inspirado en una declaración que el compositor sueco Lars-Gunnar Bodin realizó durante su visita a Valencia en 1996, no solo hace referencia a la posibilidad apuntada por ese autor de que «la música electroacústica es capaz de generar emociones sonoras», algo de lo que estoy plenamente convencido, sino que nos remite a la capacidad de restitución de una parte de lo vivido, a enmarcar unas vivencias, unos sentimientos, unas inquietudes y unas emociones sonoras compartidas.

Galiana tocando frente a la escultura sonora de Orts
El libro, acompañado de numerosas fotografías y un índice onomástico, para encontrar rápidamente los centenares de nombres citados, dedica varias páginas a uno de sus protagonistas destacados, José Antonio Orts, quien nos acompaña ahora mismo. Galiana ya apuntaba en la introducción del libro (p.19) la creciente imbricación entre sonido y artes plásticas –las instalaciones- y el momento actual, más cercano de mezcla absoluta de lenguaje e ideas. Orts es citado numerosas veces, por ejemplo cuando el reconocido saxofonista Daniel Kientzy, le estrena una composición suya (p.55). O también es citado al reseñar su exposición llamada Doble Ostinato, que se realizó en el museo IVAM. Galiana escribe justo antes de realizarle una extensa entrevista (p.129): Si algo tiene claro Orts es precisamente el significado de la palabra música. Autor de un extenso catálogo de partituras orquestales y camerísticas, Orts nunca ha tenido la intención de hacer música con sus instalaciones sonoras. Dice Orts «La música es gesto, es interpretación, es la organización del sonido en ritmos comprensibles y asimilables por el oído. Las instalaciones sonoras no contienen el gesto ni la sintaxis musical ni los ritmos humanos a los que nuestra percepción está habituada.» Las instalaciones de Orts se dejan ver y oír, se pueden ver con los ojos cerrados y escuchar con los ojos abiertos, exigen realizar paseos y determinadas trayectorias dentro de ellas, obliga a la participación del espectador/oyente. Las instalaciones de Orts permiten escuchar la naturaleza. Cada nueva instalación sonora creada por este artista multidisciplinar, toma el pulso sonoro a nuevos entornos, paisajes y hábitos. Con estas bellas palabras, finalizamos nuestra intervención y cedemos la palabra al autor del libro y a José Antonio Orts, quienes nos explicarán y debatirán sus innumerables experiencias. Donde una interacción entre múltiples artes y lenguajes, tanto sonoros como plásticos, improvisatorios, compositivos, azarosos, escultóricos, lumínicos, etc. tejerán un interesante discurso, que se ejemplificará al final de este acto, en el concierto-performance que protagonizarán.

De izquierda a derecha: Josep Lluís Galiana (saxofonista y escritor del libro), José Antonio Orts (artista, compositor y uno de los protagonistas del libro), Jorge López (director de Galería Punto) y Joan Gómez Alemany (compositor y autor de este artículo)
La presentación completa del libro se puede ver y escuchar en el siguiente vídeo:
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Cómo documentar lo indocumentable
Emociones sonoras, la creación electroacústica, la improvisación libre, el arte sonoro y otras músicas experimentales. Autor: Josep Lluís Galiana. Edita: EdictOrália Música, València, 2020
Hasta el comienzo del confinamiento estaba inmerso en un proyecto similar, pero respecto al teatro en mi región. Galiana decidió continuar y yo decidí parar. Demasiada documentación a revisar en mi caso.
El libro que nos ocupa es continuación de su obra La Emoción sonora pero corregida y aumentada y editada en 2014. Incorpora, por tanto, los comentarios que suscitó esta en su día, entre ellos el mío para Docenotas… cuenta con la facilidad de la obra hecha lentamente, día a día, y publicada en el rotativo Levante-EMV durante veinte años o sea, es una obra de fondo y no de impulso.
Comienza con prólogo de Carlos D. Perales Cejudo, Catedrático de Tecnología Musical del Conservatorio Superior de Música de Valencia, donde se nos advierte que, por cualquier medio que usemos, el fin último de la obra musical es concitar la emoción al oyente. Algo que no siempre se consigue, pero que es lo que intenta cualquier compositor e intérprete, desde la música popular a la clásica o la más tecnológica de las composiciones electroacústicas, quizá la ambient se aparte un poco de esta intención.
Galiana se mueve como pez en el agua en estos estilos posteriores al serialismo, que abarcan desde la improvisación libre, sin red -a veces cercanos al jazz en sonoridad- hasta la electroacústica azuzada por los avances de la electrónica y la computación, con frecuencia maquinal, pero no exenta de expresividad. Siempre buscada.
Por las páginas del libro desfilan los protagonistas valencianos, españoles y europeos de estas prácticas musicales. Alguno conocido de un público amplio como Alfredo Aracil, Ramon Barce, Tomás Marco, Llorenç Barber, Luis de Pablo, José Iges, Agustí Fernández, Eduardo Polonio Fátima Miranda, Pep Llopis, Carles Santos, Concha Jerez, entre los valencianos y nacionales. Andrew Bentley, David Harrington, Otto Castro, Edison Denisov, Wade Mathews, Daniel Kientzy, Gyorgy Kurtag jr., entre los internacionales por citar algunos de la miríada de celebridades que pasaron por cursos, jornadas y festivales organizados en Valencia, que es con Barcelona y Madrid uno de los tres centros más activos en esta modalidad de expresión musical en España sin contar con la excepción de Cuenca.
Analiza además las grandes formaciones y centros nacionales como Kambra Ensemble, Fundación Phonos, Amores Grup de Percussió, Gabinete de Experimentación Musical de Cuenca o Liem Laboratorio de Electrónica e Informática Musical
El mismo Galiana es una de las personas dinamizadoras, desde lo organizativo y creacional, de estas dinámicas de avance musical, a veces muy underground para el gran público y en muchas ocasiones ligadas más a centros de Arte – IVAM, Reina Sofia, Macba – que a teatros y auditorios al uso, como saben bien – por desgracia- los artistas citados. Eso hace más complicado el acceso a ese público musical amplio, al que se le hurta información muy valiosa para conocer el estado actual de las artes en los siglos XX y XXI, no solo de la música.
El libro cuenta además con una muy buena edición gráfica y nos acerca visualmente a muchos de los protagonistas y proyectos reseñados.
Lectura muy interesante para aficionados, cada vez más, a estos estilos musicales, estudiosos de la musicología más reciente en España y para el aficionado en general, muy amena y ágil lectura. Muy recomendable.