Josu DE SOLAUN
las grietas
València: EdictOràlia, 2021, 166 p.
Prólogo de Álvaro Valverde
Notas introductorias y director de la colección: Josep Lluís Galiana
Ilustración de portada del artista Avelino Saavedra.
ISBN: 978-84-122173-6-0
PVP: 15€
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Las grietas abarca un largo periodo de veinte años, entre 1999 y 2019, coincidente con la amplia y relevante trayectoria vital y artística de Josu de Solaun en Nueva York, ciudad a la que llegó con tan solo diecisiete años. “Me siento neoyorquino; la ciudad me ha formado como persona y como músico”, declaraciones del autor que recupera Álvaro Valverde en el prólogo del libro. Un breve texto en el que el reconocido poeta de Plasencia afirma que la poesía de Josu “es la poesía de la lentitud, del ensimismamiento, interior y meditativa, pero nunca ajena al mundo que le rodea.” El autor de las grietas asegura que “la poesía se parece a la música, sugiere más que dice algo concreto”. Y añade que la poesía “siempre tiene un sentido, aunque no sea fácil de acotar. Exactamente como en la música.” Valverde destaca, asimismo, “las influencias de excelentes maestros” en la poesía de Josu de Solaun, “como el sevillano Luis Cernuda (del que puede que tome la costumbre de iniciar cada verso con mayúscula) o su paisano César Simón”, perteneciente a la Generación poética de los años cincuenta. El poemario abre con dos citas de Cernuda y Simón. “El primero alude a la soledad. El segundo reconoce que ‘la vida es densidad’.
Nacido en la ciudad de Valencia en 1981, hijo de padre vasco, a quien está dedicado el poemario, y de madre valenciana, Josu de Solaun vivió veinte años en la ciudad de Nueva York. De doble nacionalidad española y estadounidense, publica ahora su primer poemario bajo el sello valenciano EdictOràlia. Un poemario que “invita a pasear, a caminar entre las grietas de un tiempo de soledades y silencios, secretos y ausencias, despertares y despedidas, sueños y enamoramientos, porvenires y coincidencias, contradicciones y nostalgias, dudas y búsquedas, olvidos y monólogos”, escribe el músico y escritor Josep Lluís Galiana en sus notas introductorias. Desde ellas, anima al lector a que se adentre en estas páginas para descubrir a “un ser humano ‘inacabado’ e inmerso en un eterno proceso vital y creativo. Un hombre que combate ‘la tiranía del sentido común’ y busca su destino en las grietas de la soledad de una ‘vida densa’, que solo existe gracias a sus contradicciones y a ese ‘enjambre de secretos’ y nostalgias que la sobrevuelan. Una vida que nidifica en ‘playas desiertas’ y aguas azules, que se obsesiona por comenzar de nuevo y despertar cada mañana a un presente por hacer, por construir, sentir, pensar, tentar, amar, gozar, inventar, metaforizar, conjurar, improvisar, imaginar…”
De Cernuda, el autor de Las grietas hereda su pensamiento y su retórica poética de preguntas sin respuestas, que
…huelen ya a podrido.
Quiero vivir en el centro mismo
Que corona la desnudez
Del interrogante.
de Esperanza (sin optimismo), de “sombras frágiles, blancas”, de fantasmas y “criaturas de la noche”, del hastío, de “donde habite el olvido” (olvidado),… Como Luis Cernuda, Josu de Solaun se ve abocado a la abisal grieta abierta entre “la realidad y el deseo”. Es “la claridad de lo imposible”, la paradoja de una flor azul, azotada por la tempestad y anhelada “entre bastidores”. Es “poesía de soledades” y pequeños cuartos oscuros…
En este pequeño cuarto oscuro
Deja que todo se descifre
Con la lentitud del alba,
La única lentitud que te exalta,
La única lentitud porque mueres.
Dibuja los perímetros,
Crea los límites,
Curvilíneos, erectos.
Inventa el pasado, el futuro.
Deja que el presente se torne
Hilo de papel, sombra de sombras,
Que todo deténgase
Al filo de la palabra.
(Pequeño cuarto oscuro)
DOSIER DE PRENSA
Debut poético de Josu de Solaun
POR ENTRE LAS GRIETAS DE JOSU DE SOLAUN
Josu de Solaun (1981), valenciano de origen vasco, es un pianista reconocido en el panorama internacional. Sobre todo por ser el primer y único español que ha logrado ganar los prestigiosos concursos de piano Enescu (2014) e Iturbi (2006), así como el de la Unión Europea (2009). En Bucarest, Valencia y Praga, respectivamente. Es autor de una selecta discografía; con obras del citado violinista y compositor George Enescu, por ejemplo, del que ha grabado sus obras completas para piano.
Formado en el Colegio Americano de su ciudad natal, de 1999 a 2014 residió en la ciudad de Nueva York (“era mi ciudad”, comentaba en una entrevista, parafraseando a Woody Allen), donde llegó para quedarse con diecisiete años. “Me siento neoyorquino; la ciudad me ha formado como persona y como músico”, comentó en la revista Ritmo. Allí se graduó en la Manhattan School of Music (una institución que ayudó a fundar Pau Casals en 1917) como Licenciado en Música, Magíster en Música y Doctorado en Artes Musicales, sucesivamente. Aunque reconoce que “a través del piano soy músico”, también estudió música de cámara, dirección de orquesta y ha sido profesor de piano en Sam Houston State University. En 2019 regresó a España.
De esa larga e intensa estancia en Nueva York –no fueron años sencillos– surge este libro. El primero de Josu de Solaun. Reconozco que es emocionante acompañarle en su debut literario, más a una edad en la que pocos poetas suelen iniciar su carrera, tan distinta, por cierto, de la musical. Con todo, no hace falta recordar la íntima relación que existe entre la música y poesía, que, si hacemos caso a Eliot, fue primero eso, puro ritmo. Nadie como san Juan de la Cruz para definirla: “música callada”. De Solaun las compara: “la poesía se parece a la música, sugiere más que dice algo concreto”. Y añade: “[la poesía] siempre tiene un sentido, aunque no sea fácil de acotar. Exactamente como en la música”.
Cuando el periodista González Chamorro le pregunta en esa misma conversación si tiene “alma de poeta”, éste le contesta: “Qué casualidad, soy lector de poesía desde muy joven y también la escribo”. Pues bien, por mediación de un amigo común, el neoyorquino de Navalmoral de la Mata José Muñoz Millanes, vecino suyo en la ciudad de los rascacielos, conocí hace algunos años los primeros versos de este impenitente lector de poesía. Me causaron una buena impresión. Había elegido excelentes maestros, como el sevillano Cernuda (del que puede que tome la costumbre de iniciar cada verso con mayúscula) o su paisano César Simón, dos poetas que también tiene uno por modelos. Pero es ahora, al leer su primer libro, de gestión lenta, ajena a la presión del joven poeta que quiere hacerse un nombre y publicar cuanto antes su ópera prima, cuando reparamos por completo en su recién estrenada condición de poeta.
Abundan en él las citas o epígrafes. También los homenajes. El libro está dedicado al padre. Pero vayamos por partes.
Las grietas abarca un amplio marco temporal de veinte años exactos, de 1999 a 2019. Se abre con dos citas, de Cernuda y Simón, ya mencionados. El primero alude a la soledad. El segundo reconoce que “la vida es densidad”. Comienza precisamente con “Densidad primera (1999-2001), y con “Las edades del sol”; “Cinco monólogos en un paseo”, reza el subtítulo. En ellos, es lógico, habla consigo mismo. Estamos, sí, ante una poesía intimista, dicha en voz baja. Melancólica. De soledades. Propia, acaso, del silencio que precede, primero, y sucede, después, a la música. De los espacios vacíos que llena un hombre entregado a una absorbente pasión musical. Una suerte de diario vital (“Querido diario”, dice en el poema “El Yo Dividido”). Del difícil, complejo transcurrir. Del día a día. Anotaciones que intentar explicar lo que sucede. Y lo que a uno le sucede. Por aquello de que sólo al escribir puede el poeta comprender lo que ve, oye o, en general, siente. Para saber. A la busca del sol. En medio de la noche. En el silencio: “Porque el silencio es el paraíso de quienes escuchan”. Ante “el horizonte de nuestra fragilidad”. Allí, “La belleza ingrávida hecha carne. / Es como el intenso olor de las resedas, /O el sonido de los viejos relojes, /Que están ahí, permanentemente, / Escondidos bajo el ropaje de nuestra desidia, / Cuyos latidos ya no sentimos, / Por miedo a perdernos en la oquedad / Del espacio inmóvil, yerto”.
“Ciudad sin nombre” está escrito, como la sección anterior, entre 1999 y 2001. Se trata de un poema en seis partes que homenajea a Lorca, “neoyorquino de siempre”, al menos desde que escribiera su fulgurante Poeta en Nueva York, un hito de la poesía contemporánea.
Los lugares (el Straus Park de Manhattan; Spuyten Duyvil, el barrio del Bronx; Morningside Heights, en Manhattan también…), las sensaciones (“Un día se levanta /
Y descubre que el tiempo no / Existe”), etc.
Y más homenajes: a Stevens y a Eliade. En “Rutas del desierto” opta por la brevedad del impresionismo.
“Las grietas” se concibe entre 2001 y 2004. Tardes en el metro, en un restaurante… “Ver los colores. / La debilidad que nos sostiene. / La verdadera flaqueza. / El ser / honesto con la nube, / El beso, con los pájaros, / Contigo…”. En “Amores Cartesianos” see lee: “Te quiero, luego existo. // Luego, existo y te quiero / Existiéndome”. Y en “Codetta”: “Toda metafísica debe ser un secreto. / Y no, poeta, no hay suficiente / En no pensar en nada” (que diría Pessoa).
“Entre bastidores” está escrito entre 2004 y 2012 y se compone de dos partes. En la primera hay homenajes a Malher, Wittgenstein (a propósito de la famosa proposición del Tractatus: “De lo que no se puede hablar hay que callar”: “Toda metafísica debiera ser / Un secreto. Toda historia / De amor, toda obra / De arte, toda futura / Estilización o ritual o artificio / O artesanía / O retórica: todo / Un secreto”), Tarkovsky (De Solaun ama el cine), Rauschenberg o Levertov.
En la segunda, distintas reflexiones en forma de poemas concebidas en Varsovia (“En este pequeño cuarto oscuro / Deja que todo se descifre / Con la lentitud del alba, / La única lentitud que te exalta, / La única lentitud porque mueres”) o la Universidad de Princeton (“Y es aquí [en el jardín de siempre], en esta mañana tranquila, / Donde por fin entiendo / Todas / Las mañanas del mundo”). Inspirándose en una película de Aki Kaurismäki “Es tu nombre / De poeta triste y de calle soñolienta / El que los invoca, / El que inventa / El nuevo porvenir”).
El libro se cierra con “Últimos poemas”, los escritos entre 2012 y 2019. Versos de un verano en Miami (el extenso “El Maestro de la Angustia”), de un otoño en Tbilisi (“Mis días aquí han terminado, piensas, / Mientras intentas mirar / Tras las cortinas y el amplio ventanal / Hacia los tristes edificios primero / Y luego hacia las montañas, / Buscando en vano respuestas / A las preguntas de siempre”), otro verano en Martina Franca (“Si las musas fueran / Flores silvestres / Y dejaran correr su aroma / Por los ángulos angostos”)… En el largo poema final, un homenaje a Salinas (que también lo es a Neruda), leemos: “Hay hielos que abrasan / Con tan sólo pensarlos”. Tal vez ese sea el misterio de la poesía. A ella se da De Solaun con fervor, como diría Zagajewski. Poesía, la suya, de la lentitud, del ensimismamiento, interior y meditativa, pero nunca ajena al mundo que le rodea. Más a él, incansable viajero con el piano –esto es, su vida– a cuestas. Adéntrese el lector sin miedo y sin prisa en esta sucesión de momentos que gracias al arte poética han quedado fijados en un presente eterno.
Plasencia, enero de 2021
NOTA: Este es el prólogo del libro Las grietas, ópera prima poética del pianista Josu de Solaun.
Publicado por Álvaro Valverde en 06:00
Josu de Solaun presenta con música su poemario “Las grietas”
ritmo.es, 07/05/2021
El pianista, junto a Glòria Tello, presidenta del Palau de la Música, y Josep Lluís Galiana, director de EdictOràlia y saxofonista, comentan el libro, que abarca un largo periodo de veinte años y está prologado por el reconocido poeta cacereño Álvaro Valverde, en un acto en L’Almodí de Valencia.
De Solaun, que junto a Galiana ofreció tres improvisaciones musicales, asegura que “la poesía se parece a la música, sugiere más que dice algo concreto”, y añade que “siempre tiene un sentido, como en la música”.
Valverde expone que estamos “ante una poesía intimista, dicha en voz baja. Melancólica. De soledades. Propia, acaso, del silencio que precede, primero, y sucede, después, a la música”.
Tello recordó que “Nueva York le marcó definitivamente, como a Lorca, como a Allen” y destacó que “este libro me sugiere esa belleza y esa curación por encima de toda fractura, separación o ruptura”.
Galiana, que firma las notas introductorias, estima que “el libro “es una larga peregrinación, un viaje “de soledades, olvidos y ausencias” que encuentra “fiel reflejo en los Años de peregrinaje, del músico Franz Liszt”.
‘Las grietas’ ha sido forjado en su experiencia artística y vital en Nueva York.
El pianista Josu de Solaun presentó su poemario Las grietas, ayer por la tarde en L’Almodí de València, junto a Glòria Tello, concejala de Patrimonio y Recursos Culturales del Ayuntamiento de València y presidenta del Palau de la Música; y Josep Lluís Galiana, director de EdictOràlia y saxofonista; en un acto cargado de emoción en el que también la música fue protagonista, de la mano del autor y del editor.
La obra está dividida en seis bloques y abarca un largo periodo de veinte años, entre 1999 y 2019, coincidente con la amplia y relevante trayectoria vital y artística del autor en EE UU, y en particular en Nueva York, ciudad a la que llegó con tan solo diecisiete años para graduarse en la Manhattan School of Music como Doctor en Artes Musicales, mientras trabajaba para pagarse los estudios. De Solaun asegura que “me siento neoyorquino; la ciudad me ha formado como persona y como músico”, a pesar de que pasó “penurias”. Hace dos años, tras ejercer como profesor de piano en la S. Houston State University y de que sus numerosos compromisos internacionales le imposibilitaran dedicarse a la docencia, decidió volver a España y a su Valencia natal.
El libro, dedicado a su padre fallecido en noviembre de 2020, está publicado por EdictOràlia y prologado por el reconocido poeta Álvaro Valverde, que afirma que la poesía del autor “es la poesía de la lentitud, del ensimismamiento, interior y meditativa, pero nunca ajena al mundo que le rodea”. Valverde, al que le causaron “buena impresión” sus primeros versos, que conoció por mediación de un amigo común vecino del autor en Nueva York; destaca las influencias de “excelentes maestros” en sus textos, “como el sevillano Luis Cernuda (del que puede que tome la costumbre de iniciar cada verso con mayúscula) o su paisano César Simón”, perteneciente a la generación poética de los años cincuenta.
El escritor de Plasencia expone que estamos “ante una poesía intimista, dicha en voz baja. Melancólica. De soledades. Propia, acaso, del silencio que precede, primero, y sucede, después, a la música”, y asegura que “no hace falta recordar la íntima relación que existe entre la música y poesía, que, si hacemos caso a Eliot, fue primero eso, puro ritmo. Nadie como San Juan de la Cruz para definirla: “música callada”. Y cierra su prólogo aconsejando “adéntrese el lector sin miedo y sin prisa en esta sucesión de momentos que gracias al arte poética han quedado fijados en un presente eterno”.
De Solaun asegura que “la poesía se parece a la música, sugiere más que dice algo concreto”. Y añade que “siempre tiene un sentido, aunque no sea fácil de acotar. Exactamente como en la música”. El escritor y músico abre su obra con dos citas de Cernuda y Simón que aluden a la soledad y a la densidad de la vida.
Contrastes vitales
En el acto de presentación, Glòria Tello recordó que conoce a De Solaun desde junio de 2016, “era ya un grandísimo artista internacional”, pero desde hace casi dos años “Josu y yo hemos hecho un importante recorrido juntos, a través del Premio Iturbi”. Tello indicó que “su ciudad de adopción, Nueva York, le marcó definitivamente, como a Lorca, como a Allen” y destacó que “su reciente periplo vital está lleno de contrastes y le ha traído momentos de desolación, pero también de luz: la ausencia del padre, el nacimiento de un hijo…”
La presidenta del Palau de la Música apuntó que “grietas es una palabra dura: sugiere ruptura, planos mal cerrados, costuras que se abren… pero también “hay flores que nacen en las grietas, que crecen entre las rocas, que desafían ese medio hostil para florecer. Y a mí, este libro que ha escrito Josu, me sugiere esa belleza y esa curación por encima de toda fractura, separación o ruptura”.
Caminar entre las grietas
Josep Lluís Galiana, que firma las notas introductorias, rememoró la larga amistad de 20 años que le une al pianista y poeta. El editor estima que “el poemario de Josu de Solaun invita a pasear, a caminar entre las grietas de un tiempo de soledades y silencios, secretos y ausencias, despertares y despedidas, sueños y enamoramientos…” El libro “es una larga peregrinación, no solo por la geografía física”, también por “una geografía humana, cultural, social e histórica”. Este viaje “de soledades, olvidos y ausencias”, encuentra “fiel reflejo en los Años de peregrinaje, del músico Franz Liszt”.
De Solaun confesó al público que no tenía intención de editar sus escritos, “nunca pensé, ni quise publicar mi poesía”, pero dos personas, Galiana y su pareja, “una gran poetisa”, le convencieron “con grandes dotes de persuasión” de que el libro era “si no meritorio, susceptible de ser publicado; y les hice caso”. Explicó que el formato del acto en el que iban a improvisar música tenía su fundamento en la distinción que había en la antigua Grecia entre los aedos, poetas líricos que improvisaban acompañándose de un instrumento y cuyo máximo exponente fue Homero, y los rapsodas que recitaban estas poesías escritas. Asimismo, subrayó que “la música y la poesía puede que sean disociables pero son inseparables, como las dos caras de una moneda”.
En la segunda parte de la presentación del libro se leyeron algunos poemas seguidos de tres improvisaciones musicales a cargo del pianista y el saxofonista valencianos en las que vincularon y desdibujaron la tenue línea que separa la poesía de la música. Tello cerró el acto en L’Almodí, Monumento Nacional desde el año 1969, diciendo que lo que fue originalmente un almacén de trigo que abastecía a Valencia “hoy también ha sido un contenedor de cosas necesarias, pero intangibles, de fragmentos y grietas poéticas, destiladas por el particular alambique de Josu de Solaun y Josep Lluís Galiana, para constatar que de la poesía a la música solo hay un paso: el talento”.
Premios Iturbi, Enescu, ICMA
El pianista Josu de Solaun (Valencia, 1981), único español que ha ganado el Premio Iturbi de Valencia (2006) y el George Enescu de Bucarest (2014), entre otros relevantes premios como el Concurso de piano de la Unión Europea 2009, es uno de los intérpretes españoles más prominentes del panorama internacional. Ha sido reconocido, junto a la violinista alemana Franziska Pietsch, con el Premio ICMA 2021 en la categoría de música de cámara que otorgan miembros de las más prestigiosas publicaciones especializadas europeas. De Solaun ha publicado recientemente el disco Digressions, con obras de Schumann y Brahms, que presentó en el Teatro Real.
Josep Lluís Galiana (València, 1961) es un referente internacional de la libre improvisación, la creación electroacústica, el avant-garde jazz, y la investigación musicológica. Desarrolla una intensa actividad, desde hace más de cuatro décadas, como saxofonista, improvisador, editor y escritor. Galiana acaba de lanzar con el sello Liquen Records el disco Soprano Saxophone Solos, un trabajo en el que explora las inabarcables posibilidades tímbricas y una impresionante gama de colores y texturas del instrumento.
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Foto: De izquierda a derecha, Josep Lluís Galiana, Josu de Solaun y Glòria Tello delante de L’Almodí.
Crédito: Live Music Valencia.